miércoles, 4 de enero de 2017

EL DILEMA ÉTICO Y MORAL DE LA SOCIEDAD GLOBAL



Cada fin de año intento reflexionar sobre algún tema de importancia. Uno que me llamara la atención y que fuera relevante, pero sobre todo que me haya causado escozor cerebral. Y el tema elegido fue: El dilema de la ética y moral social a nivel global.  Solo pensar en ello me causó un terremoto de complejidades mentales, puesto que me enfrentó a una realidad desgarradora.
Me hizo cuestionarme ¿qué es lo ético y moralmente correcto…? por supuesto encasillado en los principios clásicos aprendidos por los años de educación a los que me he sometido, por mis inquietudes como ser humanista. Y lo que es ético y moralmente correcto lleva a enfrentar al hombre social de la generación pasada, como soy –hombre de la tercera edad- a los que son los principios que manifiesta la sociedad del mundo global en pleno siglo XXI, o lo que se logra ver con claridad cuando se llega a la tercer edad...
Por lo regular el tema se hace más sencillo cuando se enfrenta a los principios de que: “lo que no es bueno para ti, no lo será para el otro” o “trata al otro como te gustaría ser tratado”, como también que “el derecho de la convivencia pacífica comienza con el respeto al derecho ajeno”. No creo que sea muy complicado comprender estos enunciados, pero todo dependerá de quien, como y donde se enarbolen dichos principios, de acuerdo a las continuas nuevas reglas impuestas por el poder de turno, ya que este actúa bajo los principios, del camaleón…
Pero lo que podemos ver es una realidad, marcada con un distintivo principio de doble rasero… el que lo describe como: “lo que favorece a mí y a mi clan, es lo correcto, pero cuando es el mismo tema que se aplica, pero en contra mía, entonces deja de ser lo correcto” y por ende te meto el poder por donde mejor te quepa…
Este dilema hoy está más expuesto que nunca, o por lo menos más visible, gracias a los medios de comunicación masivos, unos manipulados, otros vejados, unos vistos desde los intereses de ciertos grupos y los que intentan ser más independientes. Esto nos quiere decir que al parecer “el poder” es el que determina que es o ético y que no lo es… Como podemos ver, no es la razón y la lógica, no son las leyes y convenciones internacionales y locales, es, lo que el grupo de turno plantee como tal. Y será socialmente aceptado de acuerdo a cómo se pueda filtrar del mejor modo y argumentarlo con los tirones de moños más insólitos que pudiéramos imaginar…
Sabemos que la historia humana está plagada de estas distorsiones y pareciera que es “la regla de oro” que siempre imponen, los que más pueden… y será la regla vigente en el período en que se mantenga la supremacía. En ese momento no imperan los valores sociales establecidos por la civilización humana, pues se crean estándares supuestos, sobre puestos o mal puestos, con tal de doblegar la realidad infalible. Además se defienden con los métodos hartos conocidos –la fuerza- como primer motor social…
 Se crean conmociones, distorsiones, dificultades imperiosas, desgarros y todo ello hay que lidiarlo con los subsecuentes estadios de enfermedades psicofísicas, mentales y emocionales, sin contar con la pobreza y sus secuelas. Toda una sociedad cuya personalidad no logra madurar para encontrar el derrotero de comulgar con los principios que rigen a la naturaleza humana evolucionada y supuestamente desarrollada...
La sociedad global del siglo XXI se encuentra entre dos agua, o peor entre un cuarto de agua de un lado (los pendejos) y unos tres cuartos de aguas del otro lado (los que sostienen el poder), marcando aún más, en el desequilibrio de lo que se pudiera llamar sensatez. La sociedad no puede entender lo que le está sucediendo a sus estructuras fundamentales… pero que lo vive en carne propia con llagas abiertas y purulentas, y ésta es una triste realidad. Esto manifiesta el nivel de esclavitud vivido por el ser humano común, durante toda la historia conocida por el hombre social congregado, el que siempre lucha por su libertad o mejor, los que se atreven a plantearse ser libres, que precisamente no son las mayorías…
Vemos una sociedad llena de guerras, violencia sin control, donde los animales primarios se horrorizan del comportamiento del “rey de las especies”… daños al medio ambiente, robos en cada rincón del minúsculo planeta en que vivimos, engaños, desfachatez, principios retorcidos, hegemonías desproporcionadas, corrupción en cada instancia, un sociedad cargada de impuestos para enriquecer a minorías enquistadas, defensas de los derechos humanos de los delincuentes por encima de los derechos del vilipendiado, cárceles donde se gradúan en el más alto nivel, los que se adhieren a los principios vendidos y formulados, pero no adecuadamente entrenados para hacerlo con la suficiente elegancia y crueldad… en fin, para que enumerar más de lo que todos sabemos y que somos incapaces de darles una solución…
Como podemos ver el tema de lo ético y lo moral ya no son debatidos en las, escuelas, universidades, centros de formación primarios y están ausentes en las mayorías de las  familias, ya que no quieren quedar con cargo de consciencia, pues temen formar “personas desajustadas” para el mundo de la calle, el real mundo  de un futuro incierto. Se piensa que la calle les formará adecuadamente, si sobreviven en ellas…
Lo que si podemos dictaminar es que la sociedad del siglo global está en manos de personas enfermas, donde sus principios morales y éticos son: la opulencia, la violencia, la corrupción, el desmán, la mentira, el oprobio, el descaro. Todos principios ¡muy saludables!, manipulables, moldeables, retorcidos y sin dudas también ¡muy elegantes!… todos prestos a formar enfermos eternos, intelectualidad mediocre y poblaciones confundidas, seres amorfos, sin espíritu de lucha y sobre todo, esclavos… esclavos eternos… deslumbrados por cualquier… espejito, perdón… telefonito, perdón… cualquier medio que se les ponga en las manos para que sus cerebros queden en las etapas más alienadas posibles.
Es difícil ver con claridad el futuro que les espera a una sociedad como la que construimos con nuestro,  “¡a mí que me importa!” o “¿y yo que puedo hacer?” o simplemente no pensarlo... 

Pero recordemos al  viejo refranero que rezaba: “Árbol que crece torcido, jamás se endereza, y solo sirve para hacer leña”. Así inicia un nuevo año lleno de incertidumbre para los “súbditos del sistema” y muy bien delineado para los que se encuentran bajo las sombrillas de la nueva ética y moral del mundo global. Pero quiero recordarles que si hay mecanismos para darnos la sociedad que queremos, es cuestión de soñar, organizarse, luchar, tener principios y valores definidos y sobre todo, no cejar…