miércoles, 5 de abril de 2017

LA CAJA DE PANDORA


Justo en  estos momentos, muchos pensamos que estamos viviendo tiempos complejos y ciertamente lo son. Pero si reflexionamos un poco, nos podremos dar cuenta de lo que se nos viene encima. Una inmensa sombra de una “Torre de Babel”, se cierne sobre los seres incapaces de entenderse unos con los otros, pero lo peor es, que muchos seres no se entienden a sí mismos... Tal relato bíblico que dio origen a dicha fabula, la que parece reciclarse en los anales de la historia.
¿Cómo analizarlo?  Bueno, el solo hecho de pensar que los perpetradores que gestaron este monstruo, el que inicia su ingesta con cerebros humanos desvalidos y primarios, les pone de manifiesto. Son tan ignaros dichos promotores, que no tienen ni la remota idea de que puede acontecer en un futuro cercano, más cuando la misma bestia alcance la madurez… Todo fruto de prácticas implementadas sobre la base de una ignorancia cultivada y una pasmosa falta de formación integral, que dispersa sus sombras en la construcción de un estado, país, nación, civilización.
Los griegos, nominaron a esto que vivimos como: “El destape de la caja de Pandora”. Mítico recipiente que contenía los males que aquejarían a la humanidad. Y parte de esos males ocultos en dicho recipiente, fueron  posteriormente liberados por la curiosidad de la ignorancia. Más tarde esos males fueron puestos sobre el relieve social, por el conocido monje Evagrio Póntico. El los nominó como: “Los ocho vicios malvados”. Los que se conocen hoy como pecados, y son: la lujuria, la avaricia, la ira, la tristeza, la acedia, la vanagloria, la soberbia y la gula. Cada término de estos tiene suficiente esencia para escribir todo un gran libro. ¿Acaso nos son conocidos…? Bueno, los perpetradores, en su doble rasero, los disfrazan de otras formas y con diversos apelativos modernizados, para no incurrir en un insulto, y enfrentar el Concordato…
Cuando estos vicios se desatan y se esparcen sobre la humanidad, se declaran como una plaga difícil de controlar,- los organismos internacionales de la salud lo declararían una pandemia-, y que corrompen la parte más débil de ser humano… su mente. Aquellos hombres y mujeres incapaces de interpretar la realidad última, -gracias a su educación formal-, quedan sus mentes desbordadas, sus voluntades diezmadas, y se cae  en el sendero de “la barbarie” lugar donde no existen ya, principios ni valores.
Y todo esto gracias a nuestros geniales líderes políticos, los que con sus acciones desaforadas han despertado en los hombres, sus lados más oscuros. Así se desatan otros males, de la dichosa caja, tal vez más pecaminosos que los anteriores. Los que conocemos como: el robo, la violencia, la opulencia, el desenfreno, la corrupción, la demagogia, el oportunismo, la desvergüenza, la indolencia, el abuso, el cohecho, las guerras…
Cuando se siembra en los corazones de las poblaciones menos dotadas, estos vicios, sumados a los anteriores; la población será incapaz de contener la avalancha que desata las oleadas de estos males destructivos. Pues carcomerán  las almas de los débiles, hasta el tuétano, y los llevará sin remedio a las puertas de Dante.
No tener observancia en lo que se van a convertir los seres menos dotados, con sus actos de hoy-mañana, son el síntoma del infantilismo e incapacidad de los seudo-líderes, los que arrastran al desfiladero a las masas desbordadas, y que tendrán que enfrentar lo que es inevitable e irremediable. Y estos dirigentes fueran conscientes de sus actos, entonces sería peor de lo imaginado pues, estaríamos frente a los emisarios del mismísimo Belcebú…
Frente a esto, habrá muchos que acusarán a sus padres por su laxitud, otros acusarán a la sociedad por sus injusticias, la mayoría lamentará la vivencia, sin siquiera comprender el cómo se pudo llegar a tal situación… La realidad es que vamos montados en un ferrocarril en el cual su conductor está narcotizado y que piensa que la velocidad de la máquina es, “pura percepción”, pero cuando se enfrente a los territorios sinuosos, el bacanal, el jolgorio, y el ruido interno, no le permitirá ver con claridad los actos que deben ser asumidos para evitar la inminente catástrofe.  Todo esto no es el presagio de un pájaro de mal agüero, es simplemente el recuerdo de una historia retorcida, revivida, pero aumentada en una realidad virtual en 3D.
Que tenga oídos, el que pueda escuchar, que tenga ojos, el que pueda ver, que tenga palabras, el que pueda hablar, que tenga sentido común, el que aún no haya sido dañado… Para poder sobreponerse a esta realidad que nos sobreviene y nos abruma, tendrá el hombre que regresar al templo, purgar su mente, liberarse del asedio, siendo un mendicante centrado en su pensamiento, centrando su pensamiento en su mente, centrando su mente en la conciencia, centrando la conciencia en la fuerza universal que nos gestó como criaturas pensantes.

Aquella fuerza universal que recogió los males, y los confinó en la oscuridad en una caja misteriosa, enterrándola en las profundidades de la tierra, evitando a toda costa que se escaparan por las hendijas. Ya que fueron enterrarlas en las profundidades tal como la madre tierra enterró en sus entrañas, lo que hoy conocemos como petróleo. Millones de años en su infatigable labor, para liberar a la atmosfera los pestilentes gases que hacían que el planeta fuera inviable para una vida sana y próspera. Pero los desaprensivos ególatras frotaron la lámpara y liberaron al genio nefasto, así desataron los insidiosos males de… La caja de Pandora.