Justo en estos momentos, muchos pensamos que estamos
viviendo tiempos complejos y ciertamente lo son. Pero si reflexionamos un poco,
nos podremos dar cuenta de lo que se nos viene encima. Una inmensa sombra de una
“Torre de Babel”, se cierne sobre los seres incapaces de entenderse unos con
los otros, pero lo peor es, que muchos seres no se entienden a sí mismos... Tal
relato bíblico que dio origen a dicha fabula, la que parece reciclarse en los
anales de la historia.
¿Cómo analizarlo? Bueno, el solo hecho de pensar que los
perpetradores que gestaron este monstruo, el que inicia su ingesta con cerebros
humanos desvalidos y primarios, les pone de manifiesto. Son tan ignaros dichos
promotores, que no tienen ni la remota idea de que puede acontecer en un futuro
cercano, más cuando la misma bestia alcance la madurez… Todo fruto de prácticas
implementadas sobre la base de una ignorancia cultivada y una pasmosa falta de
formación integral, que dispersa sus sombras en la construcción de un estado,
país, nación, civilización.
Los griegos, nominaron a esto que
vivimos como: “El destape de la caja de Pandora”. Mítico recipiente que
contenía los males que aquejarían a la humanidad. Y parte de esos males ocultos
en dicho recipiente, fueron posteriormente
liberados por la curiosidad de la ignorancia. Más tarde esos males fueron
puestos sobre el relieve social, por el conocido monje Evagrio Póntico. El los nominó
como: “Los ocho vicios malvados”. Los que se conocen hoy como pecados,
y son: la lujuria, la avaricia, la ira, la tristeza, la acedia, la vanagloria,
la soberbia y la gula. Cada término de estos tiene suficiente esencia para
escribir todo un gran libro. ¿Acaso nos son conocidos…? Bueno,
los perpetradores, en su doble rasero, los disfrazan de otras formas y con
diversos apelativos modernizados, para no incurrir en un insulto, y enfrentar
el Concordato…
Cuando estos vicios se desatan y
se esparcen sobre la humanidad, se declaran como una plaga difícil de controlar,-
los organismos internacionales de la salud lo declararían una pandemia-, y que
corrompen la parte más débil de ser humano… su mente. Aquellos hombres y
mujeres incapaces de interpretar la realidad última, -gracias a su educación
formal-, quedan sus mentes desbordadas, sus voluntades diezmadas, y se cae en el sendero de “la barbarie” lugar donde
no existen ya, principios ni valores.
Y todo esto gracias a nuestros
geniales líderes políticos, los que con sus acciones desaforadas han despertado
en los hombres, sus lados más oscuros. Así se desatan otros males, de la
dichosa caja, tal vez más pecaminosos que los anteriores. Los que conocemos como:
el
robo, la violencia, la opulencia, el desenfreno, la corrupción, la demagogia,
el oportunismo, la desvergüenza, la indolencia, el abuso, el cohecho, las
guerras…
Cuando se siembra en los
corazones de las poblaciones menos dotadas, estos vicios, sumados a los
anteriores; la población será incapaz de contener la avalancha que desata las
oleadas de estos males destructivos. Pues carcomerán las almas de los débiles, hasta el tuétano, y los
llevará sin remedio a las puertas de Dante.
No tener observancia en lo que se
van a convertir los seres menos dotados, con sus actos de hoy-mañana, son el
síntoma del infantilismo e incapacidad de los seudo-líderes, los que arrastran
al desfiladero a las masas desbordadas, y que tendrán que enfrentar lo que es
inevitable e irremediable. Y estos dirigentes fueran conscientes de sus actos,
entonces sería peor de lo imaginado pues, estaríamos frente a los emisarios del
mismísimo Belcebú…
Frente a esto, habrá muchos que
acusarán a sus padres por su laxitud, otros acusarán a la sociedad por sus
injusticias, la mayoría lamentará la vivencia, sin siquiera comprender el cómo
se pudo llegar a tal situación… La realidad es que vamos montados en un
ferrocarril en el cual su conductor está narcotizado y que piensa que la
velocidad de la máquina es, “pura percepción”, pero cuando se
enfrente a los territorios sinuosos, el bacanal, el jolgorio, y el ruido
interno, no le permitirá ver con claridad los actos que deben ser asumidos para
evitar la inminente catástrofe. Todo
esto no es el presagio de un pájaro de mal agüero, es simplemente el recuerdo
de una historia retorcida, revivida, pero aumentada en una realidad virtual en 3D.
Que tenga oídos, el que pueda escuchar, que tenga ojos, el que pueda ver, que tenga palabras, el que pueda hablar, que tenga sentido
común, el que aún no haya sido dañado…
Para poder sobreponerse a esta realidad que nos sobreviene y nos abruma, tendrá
el hombre que regresar al templo, purgar su mente, liberarse del asedio, siendo
un mendicante centrado en su pensamiento, centrando su pensamiento en su mente,
centrando su mente en la conciencia, centrando la conciencia en la fuerza
universal que nos gestó como criaturas pensantes.
Aquella fuerza universal que
recogió los males, y los confinó en la oscuridad en una caja misteriosa,
enterrándola en las profundidades de la tierra, evitando a toda costa que se
escaparan por las hendijas. Ya que fueron enterrarlas en las profundidades tal
como la madre tierra enterró en sus entrañas, lo que hoy conocemos como
petróleo. Millones de años en su infatigable labor, para liberar a la atmosfera
los pestilentes gases que hacían que el planeta fuera inviable para una vida
sana y próspera. Pero los desaprensivos ególatras frotaron la lámpara y
liberaron al genio nefasto, así desataron los insidiosos males de… La
caja de Pandora.