Cuantas hermosas e inspiradoras
piezas de oratoria hemos presenciado en el transcurso de nuestras vidas
ciudadanas… Cuantas hermosas e inspiradoras piezas de retórica política, donde
impolutos hombres, se elevan sobre los demás…
Pero la realidad de la conducta
social, en especial, la de grupos
minoritarios, marcada por la arrogancia, la corrupción, las ansias de riquezas
desmedidas logradas en tiempos récord, nos dan otra señal… Claro, vista de reojo, por cualquiera que haya
trabajado toda su vida hasta haber dejado su salud y pellejo, para alcanzar
apenas lo suficiente para vivir dignamente – cotejo discrecional para el
momento- contrastando con las habilidades de las nuevas generaciones, que dejan
minúsculo a cualquier Titan del pasado, los que se sienten desvalidos,
mediocres, enanos, frente a la sabiduría de los nuevos protagonistas del
entramado y enmarañado tejido social.
Y es tiempo de preguntarse,
¿Dónde y cuándo nace en una sociedad, estos afanes de opulencia, descaro,
desenfreno, y arrogancia, que hoy exhibimos…? También nos preguntamos ¿Acaso
los hijos no aprenden de las acciones de sus padres y de su sociedad, como del
pasado historio legado a la humanidad?
El viejo taoísta Lao Tse decía,
600 años antes de Cristo: “La gente estará
hambrienta cuando el gobernante consume demasiados tributos. Por esto se
hace difícil gobernar a las gentes,
cuando el que manda le apetece más de lo necesario.” Nos recordaba en otro pasaje: “Cuantas más
órdenes y leyes sean promulgadas, habrá tantos más ladrones y salteadores para
violarlas.” Leíamos en otros textos “Suprime la habilidad, abandona las
ambiciones y desaparecerán los ladrones y los bandidos. “Poner mucha estimación
en las cosas cuya posesión se hace difícil, es causa de que el pueblo se
convierta en ladrón. Y cuando sale a la luz la sagacidad y la astucia, entonces
se da a conocer la gran hipocresía.”
¿Qué pasaba por la mente de este
viejo? Su sabiduría brotaba de la observación de lo sencillo, lo que salía del
pellejo del pueblo, y la codicia de los funcionarios. Entonces… ¿Quiénes ha
llevado a nuestros pueblos a esta locura,
violencia, desmán, e inmoralidad…? ¿O es acaso el espejo de los que
tienen vista y exposición pública, lo que determina la conducta de las mayorías?
Los pueblos se resisten a las
leyes, cuando existe la impunidad e iniquidad, los pueblos se vuelven violentos,
cuando sus funcionarios son arrogantes, el pueblo se vuelve ladrón, cuando sus
funcionarios son opulentos, el pueblo se hace terrorista cuando sus
funcionarios son déspotas, el pueblo se hace inmoral cuando sus funcionarios
son corruptos…
Y esta es nuestra realidad y
querer ocultarla bajo discursos y presentaciones de cifras que solo satisface a
minorías y al papel que lo aguanta todo, dejando atrás a una población que cada
vez más, ve más lejos la realidad que ha
esperado por años, siglos, y milenio... Y el maestro Jesús nos dijo “Surgirán
muchos falsos profetas y extraviarán a mucha gente. Al crecer la iniquidad se enfría
el amor de muchos seres humanos…”
Pero todos estos bellos pasajes
de la historia, solo son suficientes para llenar con tinta los papeles mojados
por las lágrimas de los desposeídos, que ven y observan, con ojos desorbitados,
la vida de los del “poder”…, -si es que lo alcanzan a verlo por su eterna
ignorancia y su incapacidad de hacer causa común- y cómo la argucia es riqueza,
y la corrupción y opulencia es la visa de paso a los altares de los templos de
sus paladines, el pueblo sigue siendo el pueblo, los come… El pueblo -como siempre- ve a la distancia aquellos
que se vendieron como sus caballeros de la justicia y equidad. Pero atónitos, los
ven convertirse en los actores que dejan boquiabiertos hasta los reyes medievales
que aún gobiernan en el antiguo continente… ¿Por qué? Pues simplemente ven como
un embajador de una isla del tercer mundo recibe emolumentos superiores al Príncipe
-de la no menos envidiable- Madre Patria, y superior a lo recibido por el
canciller de la locomotora de la economía del viejo continente, o más que lo
que recibe el primer ministro de la mancomunidad británica…
Pero esto lo saben a la perfección
los ilustrados, -por demás-, pero sus falsos principios y valores superan
cualquier consciencia maquiavélica que se pueda manifestar. Todo ha llegado al
lindero del foso profundo, se ha perdido cualquier atisbo de humanidad, el ego ha
carcomido la carne, como el comején se hace cargo de hacer polvo, la vivienda
sagrada del alma humana.
Pena y angustia; desespero y
desaliento; nerviosismo y desasosiego; irregularidad en las corrientes
pránicas; estos son los signos y los resultados de esos obstáculos que genera
el ego enfermo, faltos de claridad… (Pasaje de Patanjali, en la india en el
siglo X). No solo esto, lidiará el
propiciador, también el propiciado. Es una estela que dejan atrás los cometas
que pasan por el firmamento, esparciendo su cortina de augurios y presagios
fantasmales, a toda la humanidad. La envoltura de la conciencia que guarda la
ira, la lujuria, la gula, y atropella la mente con el orgullo, la envidia y la
avaricia.
Visto de primera mano el Buda
Gautama Sakyamuni, una vez dijo: ¿De qué sirve vestirse con pieles finamente
curtidas, mientras nuestro estado interno es una maraña sin fin…?
Seguimos observando y observando
y languideciendo, mientras las migajas caen de los cielos de los pródigos
materialistas, que tienen claro, -por demás-, que no habrá juicio final, ni
habrá infierno para purgar su desacato, sus desvarío, y mucho menos los
sufrimientos producidos a los seres dejados atrás llenos de miseria, pero peor,
llenos de miseria humana, ignorancia, inmundicia, desamor, violencia y maldad.
Pero frente a cualquier desasosiego, ellos están protegidos por sus riquezas y
protegidos de todo mal…
AMEN.