El pueblo desesperado, marcha en
paz, por exactamente los mismos reclamos de los últimos cincuenta años de vida
republicana. ¿Resultados…? ¡Ninguno! Solo cambio de actores que juegan el mismo
papel, el de “depredador de turno”... El pueblo marcha por el legítimo derecho
de exigir que no se le siga robando el fruto de su trabajo, tributado por medio
de impuestos que el estado exige pagar y que
–supuestamente- administran esos recursos para ofrecer los servicios más
básicos de la sociedad, los que tampoco
ofrece como establecen las leyes… y lo poco que se ofrece es de tal mediocridad
que su efecto no se hace sentir en la población.
Pero lo que el pueblo no entiende
es que la fiebre no está en las sabanas, es un problema más complejo que
simplemente organizar una marcha para pedir transparencia, no corrupción y no
impunidad. El real problema se encuentra en el sistema mismo que propicia dicha
corrupción. No es un problema de quien está en los puestos de poder, está en
quien fiscaliza a esos puestos y bajo que reglamentos. El sistema es un entramado, un tejido
densamente enmarañado, dislocado de tal forma para que nadie se escape de sus
finos hilos y si alguien osa intentar enfrentar estos tinglados, entonces cae
víctima de su propio peso y no es aceptado dentro del club de moda.
Reconocer estas debilidades y no
tener propuestas de como desenmarañar este gran entuerto, deja al pueblo en un
perfecto limbo y las demandas nunca podrán ser satisfechas. Esto simplemente
significa que los partidos mejor intencionados no logran dirigir al pueblo bajo
una consigna coherente y definitoria para resolver este problema. Ellos se venden como los salvadores, pero en
realidad cuando llegan a los estamentos del poder, simplemente se acomodan a la
realidad de un estado, hasta entonces desconocido, con sus arcas abiertas para
ser desfalcadas. Luego tienden a querer perpetuarse en el poder y para ello
necesita recursos financieros más que
ideas y propuestas.
No se puede pensar que pidiendo al
ladroncillo que azota al barrio, que: ¡Por
favor no nos robe más!, que ¡sea
bueno y respete a la comunidad trabajadora! ¿Acaso creen ustedes que el
ladroncillo se conmoverá con nuestra manifestación popular, pidiéndole que no
nos robe más? Pensar que esto será posible es una real y pura ilusión infantil… y es exactamente lo
que le pedimos a nuestros políticos… La única forma es acorralar y prever,
conocer las fisuras y desmontar su trama, tejer una tela de araña para que sea
imposible salir de la misma con recursos provenientes de la corrupción.
Luego habrá que emprender una
campaña de siembra valores éticos y morales en nuestra sociedad, para que los
mismos ciudadanos se vean en su actuar, si piensa en ello y cree que no es
verídico lo que planteamos, pregúntense que acontece en las escuelas del sector
privado todas las mañanas y las horas de salida de esos recintos… acaso las
familias de los educandos se comportan al nivel requerido de civismo y respeto
a sus compañeros, y demás ciudadanos que circulan por la vía de aquellos recintos???,
o son igual de oportunistas, desvergonzados, anarquistas, irrespetuosos… por
igual al salir de los oficios religiosos o cualquier actividad multitudinaria…
pero también al igual que los políticos que tenemos… Nuestros políticos no son extraterrestres, son las mismas personas
que usted y yo en un momento dado. O acaso se olvidaron de quienes publicaron
los álbumes de la corrupción, de quienes hablaban de que con el dinero que se
escapaba en las garras de la corrupción se podría duplicar el presupuesto
nacional… esos son los mismos que hoy nos gobiernan.
Esto nos quiere decir que sin
propuestas claras, de forma y fondo, para frenar la corrupción, simplemente
estaremos jugando “al ladroncillo travieso”… La sociedad en algún momento debe
de dejar atrás el infantilismo y aprender a como estructurar propuestas de
transformación social contundente y estable en el tiempo. El castigo ejemplar
es una de las soluciones, si no preguntemos a otras sociedades como limitan a
sus corruptos. El ejemplo alecciona y se piensa dos veces incurrir en la falta,
pues simplemente pedirán clemencia, donde no la encontrarán...