miércoles, 1 de febrero de 2017

LA MARCHA DEL PUEBLO


El pueblo desesperado, marcha en paz, por exactamente los mismos reclamos de los últimos cincuenta años de vida republicana. ¿Resultados…? ¡Ninguno!  Solo cambio de actores que juegan el mismo papel, el de “depredador de turno”... El pueblo marcha por el legítimo derecho de exigir que no se le siga robando el fruto de su trabajo, tributado por medio de impuestos que el estado exige pagar y que  –supuestamente- administran esos recursos para ofrecer los servicios más básicos de la sociedad, los que  tampoco ofrece como establecen las leyes… y lo poco que se ofrece es de tal mediocridad que su efecto no se hace sentir en la población.
Pero lo que el pueblo no entiende es que la fiebre no está en las sabanas, es un problema más complejo que simplemente organizar una marcha para pedir transparencia, no corrupción y no impunidad. El real problema se encuentra en el sistema mismo que propicia dicha corrupción. No es un problema de quien está en los puestos de poder, está en quien fiscaliza a esos puestos y bajo que reglamentos.  El sistema es un entramado, un tejido densamente enmarañado, dislocado de tal forma para que nadie se escape de sus finos hilos y si alguien osa intentar enfrentar estos tinglados, entonces cae víctima de su propio peso y no es aceptado dentro del club de moda.
Reconocer estas debilidades y no tener propuestas de como desenmarañar este gran entuerto, deja al pueblo en un perfecto limbo y las demandas nunca podrán ser satisfechas. Esto simplemente significa que los partidos mejor intencionados no logran dirigir al pueblo bajo una consigna coherente y definitoria para resolver este problema.  Ellos se venden como los salvadores, pero en realidad cuando llegan a los estamentos del poder, simplemente se acomodan a la realidad de un estado, hasta entonces desconocido, con sus arcas abiertas para ser desfalcadas. Luego tienden a querer perpetuarse en el poder y para ello necesita recursos financieros  más que ideas y propuestas.
No se puede pensar que pidiendo al ladroncillo que azota al barrio, que: ¡Por favor no nos robe más!, que ¡sea bueno y respete a la comunidad trabajadora! ¿Acaso creen ustedes que el ladroncillo se conmoverá con nuestra manifestación popular, pidiéndole que no nos robe más? Pensar que esto será posible es una real  y pura ilusión infantil… y es exactamente lo que le pedimos a nuestros políticos… La única forma es acorralar y prever, conocer las fisuras y desmontar su trama, tejer una tela de araña para que sea imposible salir de la misma con recursos provenientes de la corrupción.
Luego habrá que emprender una campaña de siembra valores éticos y morales en nuestra sociedad, para que los mismos ciudadanos se vean en su actuar, si piensa en ello y cree que no es verídico lo que planteamos, pregúntense que acontece en las escuelas del sector privado todas las mañanas y las horas de salida de esos recintos… acaso las familias de los educandos se comportan al nivel requerido de civismo y respeto a sus compañeros, y demás ciudadanos que circulan por la vía de aquellos recintos???, o son igual de oportunistas, desvergonzados, anarquistas, irrespetuosos… por igual al salir de los oficios religiosos o cualquier actividad multitudinaria… pero también al igual que los políticos que tenemos… Nuestros políticos no son extraterrestres, son las mismas personas que usted y yo en un momento dado. O acaso se olvidaron de quienes publicaron los álbumes de la corrupción, de quienes hablaban de que con el dinero que se escapaba en las garras de la corrupción se podría duplicar el presupuesto nacional… esos son los mismos que hoy nos gobiernan.

Esto nos quiere decir que sin propuestas claras, de forma y fondo, para frenar la corrupción, simplemente estaremos jugando “al ladroncillo travieso”… La sociedad en algún momento debe de dejar atrás el infantilismo y aprender a como estructurar propuestas de transformación social contundente y estable en el tiempo. El castigo ejemplar es una de las soluciones, si no preguntemos a otras sociedades como limitan a sus corruptos. El ejemplo alecciona y se piensa dos veces incurrir en la falta, pues simplemente pedirán clemencia, donde no la encontrarán...