lunes, 14 de mayo de 2018

Hoy a media noche


Hoy de repente, a media noche, mi instinto de supervivencia me hace despertar, y no sé si realmente estoy en otra realidad, o es en la que me debato día a día… es difícil discriminar, pues penetrar en la profundidad de la existencia misma, requiere de un sacrificio, el de dejarse tocar por el sentimiento que se ahoga en el pecho, que a veces duele y duele mucho, más cuando se conserva la dignidad.
Y en ese debate de saber o no saber, una voz de lejos me dice, ¡mira, mira…! Y luego repite ¡escucha, escucha…! No sé si es una manipulación o un condicionamiento de los tantos que se nos imponen y estamos casi acostumbrados por el tedio, pero así poso mi vista hacia un bosque oscuro y enmarañado, en el que apenas logro vislumbran unos luceros con brillo particularmente conocido, con caracteres a los que una vez me vi enfrentado anteriormente, cuando de repente aflora del pantano putrefacto y mal oliente, la criatura señalada…
Pronto aparece una mano grotesca, gigante, pero no una mano cualquiera, ésta era peluda, con falanges algo más extensas de lo normal, parecía que en su tiempo de juventud, el alimento había escaseado, pues era algo huesuda, pero igual era vigorosa. No parecía ser de un animal muy viejo, tampoco correspondía con esos arquetipos del monstro del lago, o de los lobos de antaño, tampoco pertenecía a criatura que ya conocemos, como los cocodrilos ancestrales, o de los osos pardos que aterrorizan la comarca, no era del Vaca de las historietas caribeñas, parecía algo más humano, algún tipo de engendro de esos creados por el hombre mismo, tal como un Chupa cabras, pero más grande y desafiante.
Éste al percatarse de mis observaciones, se despliega y muestra sus caracteres en todo su esplendor nocturno. Aquellas manos con garfios bien estilizados y con esmero cuidados. Logré distinguir sus cualidades, pues son el resultado de los pulimentos especiales que dan tan lustrosa terminación. Los conocedores de estos lustres los reconocen con facilidad, pues son los mismos usados en la antigüedad nefasta, el lustre de la historia manipulada a su antojo, la corrupción que desbasta con precisión para dar el filo característico perfecto, para atravesar el corazón de sus presas desvalidas, lustres que con la componenda le da consistencia y constancia en perfecto contraste, que reforzado por la inmoralidad que le endurece sus puntas, para que no sean quebradizas, además, se unen con la codicia y la opulencia que ofrece una resistencia sin igual. Artilugios que junto al descaro, se esconde como meñique, acompañando a sus hermanos mayores, todos finalmente reunidos, pintados a la perfección con el intelecto, la experiencia y la impudicia del poder, fríamente trabajados.
Conozco muy bien estos esmeriles y lustres, pero me asombra en un animal tan joven, disfrute de tales adminículos, no logro concatenar los hechos…, pero la Luna sale de sus sombras encapotadas de nubarrones y me muestra que no es en una sola pata que despliega dichos artificios, es todo un espécimen terminado y lustrado, multicolor como gato barcino. Y la bestia expuesta no parece sentirse molesta por encontrarse expuesta, no se intimida con mi mirada, camina como si yo no existiera, algunos de los pobladores les escucho gritar a lo lejos, tiran sus arpones y flechas, piedras y hasta fuego griego arrojan, pero esto no inmuta en lo absoluto a la criatura, que más que criatura es, un engendro. Sigue incólume en su tránsito, devorando las mejores frutas del prado, destruyendo a su paso y con su enorme cola, los sembradíos que tomaron años preparar su terreno y seleccionar las plantas correctas, para que todo fuera una realidad de alimento de la esperanza.
Como si de arte de magia satánico se tratara, la Luna se torna sangrienta, y la bestia frente a tal conjuro se transforma en humano o por lo menos se le parece, un pelo muy bien cotejado, impecablemente vestido al clásico estiro europeo, zapatos brillosos como charol, pero sus colores proyectados son similares a los que expedían sus pertrechos, y con su mirada calma, por la seguridad que da la impunidad, esboza una gran sonrisa, levanta su manos solicitando calma a la multitud, y decía: ¡Tranquilos conciudadanos, todo es cuestión, de percepción, no desesperéis, mi palabra está comprometida…! Educación tendrán, de la mejor -para ustedes, por supuesto-, para que sean buenos, -esclavos, como siempre- aprenderán a firmar y leer, lo necesario, ¿pero las letras chicas…? Reclama el público,  ¡no se preocupen, es nuestra responsabilidad defenderlos! puesto que espejuelos para todos los minusválidos cerebrales no tenemos, pero los guiaremos por el camino correcto.
Parece que no hemos podido superar nuestra tendencia genética, creando los engendros, que como Cronos cualquiera, devora a sus propias criaturas. Aptos siempre para ser inocentes, que permiten repartir equitativamente las riquezas producidas por los pendejos, para que el que parte y reparte, siempre toque la mayor parte… No se puede permitir que mueran de hambre, será suficiente que vivan o mejor sobrevivan en los cinturones de miseria, donde les garantizamos la existencia con el maná que siempre cae del cielo, de la boca del mismo Cronos.
¡Pierdan cuidado!, nosotros tenemos todas las respuestas, y si no son comprendidas con claridad, tenemos los tubos mortíferos y los que se encargan de hacerlos comprender con lucidez, quien es el que manda, y quien es el esclavo del sistema eterno.
Así, cuando la Luna se cubrió, vuelve a ocultarse, y sale de nuevo la realidad escondida tras los hechizos, y veo como el engendro clava sus garras en el globo, le presiona de tal modo que comienza a supurar fluidos y aparecen los gritos de nuevo, pero esta vez no del azuzar, es de dolor subterráneo, como si el alma fuera desgarrada de un solo tajo, pero los gritos no evita la conducta prensil, parece que conoce perfectamente cuanta fuerza aplicar para no aplastar el globo, y que mueran los contenidos.
Una de las garras parece ser hueca, y por ella circula un líquido como si fuera succionado del globo, el líquido es brillante resplandeciente, y se va distribuyendo por sus diferentes partes orgánicas, como si alimentara a alguien o algo. De un momento a otro el engendro babea, y sus ojos se brotan, se sacude con violencia, como intentando quitarse de encima hormigas de fuego, pero su caparazón es fuerte, adecuado a los cambios repentinos, y simplemente se metió al pantano y se liberó de las molestias.
Bueno, vuelvo a poner mi cabeza en la almohada, y como si de una pesadilla se tratara se desvaneció el escenario, solo me quedó la sensación de pena y desamparo, no sé si sentir expiación, vergüenza ajena, desazón, o sentirme cabra montaraz, las que no se acercan a los pantanos y las praderas, puesto que sus pesuñas y patas están hechas para asirse a las rocas de las altas montañas, escabrosas y empinadas, frías y desoladas, donde solo se comen arbustos y pequeñas ramas. Allí al engendro no le interesa exponerse, solo espera a ver si alguna se descalabra, para que forme parte de su festín…y para alimentar a sus acompañantes serpientinos y escorpionados, que le defienden de su enemigos, a cambio de algunas migajas...
Reconozco el gozo interno de las cabras montaraces, su libertad y determinación, saben que cada vez más sus terrenos están siendo diezmados, la contaminación daña sus habitas, corrompe sus ríos, su aire se hace pesado y denso, la lluvia se hace ácida, y el clima se hace cada vez más severo. El pantano cada vez se hace más grande, se percibe su putrefacción en todos los confines, sabemos que la muerte es ineludible, pero no somos llamados a promoverla, a veces creemos que al desnudar la realidad será suficiente para confinar al engendro en su cueva, pero cada vez que explicamos cómo se comporta, esta corrige sus defectos y encuentra nuevos pulimentos y lustres para sus garras… Es posible que el silencio sea el terror del engendro, pues jamás podría describir sus acciones y termine atrapado en sus propias nasas… ¿Acaso la humanidad después de engendrar sus propio Chupa cabras se podrá deshacer de él?