miércoles, 15 de noviembre de 2017

¿Qué dice un sabio…?


Osho, pensador y maestro místico del siglo pasado, en un momento dijo: El poder sobre los demás es político y las personas interesadas en el poder sobre los demás son personas que tienen un profundo complejo de inferioridad… Siempre están comparándose con los demás y sintiéndose inferiores.
Quieren demostrar al mundo y a sí mismos que no es así y que son superiores. Todos los políticos padecen del complejo de inferioridad, por tanto necesitan de tratamiento psicológico. Son personas enfermas, y por culpa de estos enfermos, el mundo entero ha sufrido enormemente, más de cinco mil grandes guerras y contando…
No hay límites para quien persigue el poder sobre los demás, pues siempre hay gente que está fuera del alcance del poder y eso hace que se sientan aún más inferiores.
El poder personal pertenece al místico, que ha visto como se abre la flor de la conciencia y con ella expandir su fragancia, su amor, su compasión por todas partes. Es el poder sutil y no hay nada que pueda impedirlo…
Osho fue declarado por muchos medios y prominentes miembros de la sociedad occidental y oriental, como uno de los hombres más peligrosos del siglo XX, ¡y con razón!, pues desenmascaró a todos los líderes políticos, religiosos, financieros y militares, no solo su tiempo, si no de la historia de la humanidad. Les abrió los ojos a miles de personas, para ver y sentir la realidad de una manipulación enfermiza, desgarradora y maquiavélica, de estos sistemas podridos, que intentan a toda costa perpetuarse, haciendo vivir a la población en un mundo lleno de: miedo, terror, falsa seguridad, miseria y doble racero.
La realidad del mundo es que mientras los políticos se pelean… los pueblos se acotejan… y se siguen perpetrando todas estas mentiras, siguen los políticos, sirviéndose de la bandeja de la ignorancia, la esclavitud y la incapacidad de las mayorías de gestarse otras formas de vida y si lo intentaran, son aplastados por las oscuras comunidades de la fuerza y de las armas. No hay -por ahora- nada nuevo bajo el cielo del máximo creador, el que muchos utilizan para justificar sus tropelías, sembrando más miseria humana, indignación, prepotencia, abuso e intolerancia.
Hoy, el lenguaje de la intolerancia es el arma secreta, pues no importan los argumentos esgrimidos, no importa el rechazo generalizado manifestado, no importan las leyes pactadas, el poder es el poder y son los tienen la sartén por el mango. Ha sido así por toda la historia conocida por la humanidad, por supuesto basada en la represión. Algunos piensan que viven en democracia pero la realidad les golpea la frente y ¡de qué forma!, despiertan con el moratón en sus frentes, para descubrir que la democracia sigue siendo el mito mejor vendido, solo es permitido creerlo, pero jamás ponerlo en real práctica, más cuando se habla sobre la auto determinación de los pueblos. 
Eso dice mucho de nuestra supuesta evolución, mito vendido para la opresión, cotejada en los mismos escenarios, pero con diferentes actores tecnológicos, el mismo perfil y las mismas obras puesta en escena, solo que actualizadas sus vestimentas y sus escenografías.  Imperios que nacen, crecen, se desarrollan, enferman y mueren, pero sus reductos se coletean, para renacer nuevos desde las catatumbas, y los pueblos son incapaces de deshacer tanta maldad y oprobio…
Vemos que en la lucha por lograr los cambios requeridos por las poblaciones, lo que fue en un momento bueno, hoy deja de serlo, se lucha por cambios de modelos y esos mismos luchadores, que una vez lo auparon, reviven el pasado siniestro y frente a los que apoyaron en la lucha, al final son desechados. Toman el poder los supuestos luchadores, para convertirse en los tiranos, en los ladrones, en los perpetradores de un entuerto mayor, pero mejor legalizado por un sistema llenos de trampas y guillotinas.

Que triste la historia de los pueblos, historia de miedo, violencia, abuso, robo, iniquidad, mediocridad y complejos de inferioridad. Todo por aferrarse a un pasado muerto, petrificado, momificado… Pero el hombre libre de corazón lo entiende con claridad, pero la libertad cuesta caro, pues cuesta trabajo, cuesta responsabilidad, cuesta formarse en el criterio de la sabiduría y la liberación del ego enfermizo, y la carente personalidad.  Hasta cuesta la vida de los que se comprometen y que son abandonados por los cobardes, en la tarea. Y como todo cuesta tan caro, seguiremos siendo esclavos por toda la eternidad, pues no tomamos partido en búsqueda de la auténtica libertad…          

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