Osho, pensador y maestro místico del siglo pasado, en un
momento dijo: El poder sobre los demás es
político y las personas interesadas en el poder sobre los demás son personas
que tienen un profundo complejo de inferioridad… Siempre están comparándose con
los demás y sintiéndose inferiores.
Quieren demostrar al
mundo y a sí mismos que no es así y que son superiores. Todos los políticos
padecen del complejo de inferioridad, por tanto necesitan de tratamiento
psicológico. Son personas enfermas, y por culpa de estos enfermos, el mundo
entero ha sufrido enormemente, más de cinco mil grandes guerras y contando…
No hay límites para
quien persigue el poder sobre los demás, pues siempre hay gente que está fuera
del alcance del poder y eso hace que se sientan aún más inferiores.
El poder personal
pertenece al místico, que ha visto como se abre la flor de la conciencia y con
ella expandir su fragancia, su amor, su compasión por todas partes. Es el poder
sutil y no hay nada que pueda impedirlo…
Osho fue declarado por muchos medios y prominentes miembros
de la sociedad occidental y oriental, como uno de los hombres más peligrosos
del siglo XX, ¡y con razón!, pues desenmascaró a todos los líderes políticos,
religiosos, financieros y militares, no solo su tiempo, si no de la historia de
la humanidad. Les abrió los ojos a miles de personas, para ver y sentir la
realidad de una manipulación enfermiza, desgarradora y maquiavélica, de estos
sistemas podridos, que intentan a toda costa perpetuarse, haciendo vivir a la
población en un mundo lleno de: miedo, terror, falsa seguridad, miseria y doble
racero.
La realidad del mundo es que mientras los políticos se
pelean… los pueblos se acotejan… y se siguen perpetrando todas estas mentiras,
siguen los políticos, sirviéndose de la bandeja de la ignorancia, la esclavitud
y la incapacidad de las mayorías de gestarse otras formas de vida y si lo
intentaran, son aplastados por las oscuras comunidades de la fuerza y de las
armas. No hay -por ahora- nada nuevo bajo el cielo del máximo creador, el que muchos
utilizan para justificar sus tropelías, sembrando más miseria humana,
indignación, prepotencia, abuso e intolerancia.
Hoy, el lenguaje de la intolerancia es el arma secreta, pues
no importan los argumentos esgrimidos, no importa el rechazo generalizado
manifestado, no importan las leyes pactadas, el poder es el poder y son los tienen
la sartén por el mango. Ha sido así por toda la historia conocida por la
humanidad, por supuesto basada en la represión. Algunos piensan que viven en
democracia pero la realidad les golpea la frente y ¡de qué forma!, despiertan
con el moratón en sus frentes, para descubrir que la democracia sigue siendo el
mito mejor vendido, solo es permitido creerlo, pero jamás ponerlo en real
práctica, más cuando se habla sobre la auto determinación de los pueblos.
Eso dice mucho de nuestra supuesta evolución, mito vendido
para la opresión, cotejada en los mismos escenarios, pero con diferentes
actores tecnológicos, el mismo perfil y las mismas obras puesta en escena, solo
que actualizadas sus vestimentas y sus escenografías. Imperios que nacen, crecen, se desarrollan,
enferman y mueren, pero sus reductos se coletean, para renacer nuevos desde las
catatumbas, y los pueblos son incapaces de deshacer tanta maldad y oprobio…
Vemos que en la lucha por lograr los cambios requeridos por
las poblaciones, lo que fue en un momento bueno, hoy deja de serlo, se lucha
por cambios de modelos y esos mismos luchadores, que una vez lo auparon, reviven
el pasado siniestro y frente a los que apoyaron en la lucha, al final son
desechados. Toman el poder los supuestos luchadores, para convertirse en los
tiranos, en los ladrones, en los perpetradores de un entuerto mayor, pero mejor
legalizado por un sistema llenos de trampas y guillotinas.
Que triste la historia de los pueblos, historia de miedo,
violencia, abuso, robo, iniquidad, mediocridad y complejos de inferioridad.
Todo por aferrarse a un pasado muerto, petrificado, momificado… Pero el hombre
libre de corazón lo entiende con claridad, pero la libertad cuesta caro, pues cuesta
trabajo, cuesta responsabilidad, cuesta formarse en el criterio de la sabiduría
y la liberación del ego enfermizo, y la carente personalidad. Hasta cuesta la vida de los que se
comprometen y que son abandonados por los cobardes, en la tarea. Y como todo
cuesta tan caro, seguiremos siendo esclavos por toda la eternidad, pues no
tomamos partido en búsqueda de la auténtica libertad…
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